MAGIA MENTAL Y EVOLUCIÓN PERSONAL (II)

2º CAPITULO. LA SUSCEPTIBILIDAD.


Cuando esta deficiencia se manifiesta de forma benigna no implica, lógicamente, gravedad para quien la padece, pero cuando esta potenciada y en constante crecimiento.
Entonces es que ha llegado a su apogeo, con los consiguientes perjuicios para su persona, y por consiguiente, su influencia trastornadora trae amargura y el trato es tal que te hace más difícil la convivencia con los semejantes. El susceptible es un sujeto predispuesto a ver en los demás una segunda intención lo que da lugar a que se moleste u ofenda con extrema facilidad. Su imaginación desfigura palabras y actitudes y a consecuencia de ello, mortifica y atormenta.
A menudo cree ver en el semejante el propósito de desmerecerle y se resiente por la más leve desatención, y no hay gesto, palabra o actitud de quien tuvo ocasionalmente alguna diferencia con él, interpretándolas inadecuadamente. La tenacidad de la deficiencia es no dejarse persuadir de los errores que comete, ni aún, la reflexión más serena y honesta logra nada en tal sentido.
En tan deplorable estado mental, fruto de la perturbación que sufre el entendimiento, todo le incomoda y no hay cosa que encuadre con la rigidez de su pensamiento o esté de acuerdo con su juicio, proyectos, deseos o ambiciones.
Es un hecho que la susceptibilidad en razón de sus desaciertos aumenta de continuo la disconformidad y desagrado, y supone en su conducta comentarios adversos, y esto mismo influye para que se sienta afectado por cualquier alusión que se le antoje sospechosa. Esta deficiencia acompaña a su persona incapaz de ubicarle con modestia en cargos o posiciones que ocupa, donde espera reconocimiento amplio de sus valores reales o efímeros por parte de los demás.
Dicha deficiencia en ciertos casos conlleva a la adulación para que le correspondan en la misma medida y buscando el reconocimiento es cuando evidencia, a menudo, gran falta de discreción y tacto.
Cuando yo padezco este mal psicológico, decido la tarea de realizar el proceso de evolución consciente frente a esta negatividad, la cual entorpece, la loable decisión de encauzar mi vida por el limpio camino de ser mejor. Al chocar con el medio a raíz de las circunstancias promovidas por mi propio temperamento quisquilloso.
Antídoto LA EQUANIMIDAD
Es el sentido de la Justicia y a la vez la medida exacta con que se justiprecian los valores opuestos, y así, me mantengo cubierto de las actitudes inoportunas de la susceptibilidad enfermiza que surge impulsada por la ligereza de juicio.
El ejercicio de la Ecuanimidad podrá aún asociar a su esfuerzo la afabilidad, que cultivada con buena comprensión del objetivo que persigo, me favorece grandemente la labor de neutralizar y eliminar esta deficiencia.
La afabilidad es la miel que se derrama sobre el vinagre psicológico mejorando su sabor.
Ella tiene su alcurnia en la excelencia del alma mientras que la susceptibilidad se genera en los dominios del instinto.
El beneficio que se obtiene con el cambio es de dimensiones insospechadas. Su realidad se encargará de advertirme y hacer que lo disfrute plenamente.
Con todo respeto.